El museo Guggenheim tiene un gran atractivo para la fotografía. La verdad es que uno no sabe qué ángulo escoger para realizar la instantánea perfecta, ni de que manera va a acertar con el encuadre perfecto, la luz, el momento... en fin todas esas chorradas en las que un fotógrafo piensa en el justo instante antes de apretar el gatillo de la reflex. Pero la improvisación a veces deja paso a la perfección dentro de la imperfección.
Y esta foto es el resultado de toda esta teoría que os propongo en estas líneas.
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