lunes, 5 de enero de 2015

PEÑA LA CABRA

El mundo sigue...

Arián llegó al mundo y no quería convertir este diario en un monotemático blog de padre en el que sólo apareciera mi hijo. El niño comiendo, el niño en el baño, Arián cagando, etc. Así que me he guardado celosamente durante casi 1 año la libertad de escribir aquí.

5 de Enero de 2015, la ya clásica cena del "amigo chino" se celebra esta noche de reyes. Y la tradición dice que una montaña debe ser ascendida por alguno de los comensales. En este caso, Víctor, Luis y yo mismo.


Las 8:00 a.m. no le parece del todo bien a Luis así que aparece a las 8:20, se ve que le gusta el coche calentito con la calefacción ya encendida desde hace un rato.
Víctor conduce hasta el puerto de "La Puebla". Interesante para ir con la flaca (a opinión de Victor).
El clima es excelente así que vamos ligeros de equipaje.

Comenzamos la excursión hablando de nuestras cosas, una conversación muy variada, y que a juzgar por el abundante parloteo, poca dureza lleva la marcha. Somos unas auténticas marujas.
A la altura del refugio de los cazadores ha desvariado tanto la temática que el debate se centra en "la Pedroche", ¿está sobrevalorada, o no?.


La verdad es que hacía tan bueno, e íbamos tan sobrados de energía que paramos unas cuantas veces a almorzar. Unas barritas energéticas, frutos secos, gominolas. Y  seguimos con nuestras conversaciones profundas. Otro de los temas a tratar fue la incompetencia de algunos técnicos del ayuntamiento, y de como dan proyectos a dedo, a sus amigos y allegados. Un debate que nos mantuvo entretenidos casi hasta la falda de la peña "La cabra".
Interesante afrontar esa última ascensión con un cabreo monumental.


Por aquel entonces Luis ya había perdido su gorro.

Un arreón y ya estábamos en la cumbre, gran momento para un re-almuerzo. Merendola que se vio interrumpida por una grupeta de excursionistas jubiletas, alborotadores y domingueros (muy madrileños ellos). Jaleo, música del móvil a toda pastilla, como quinceañeras, ¡el sonotone a reventar!. Botella de champán al viento y ale a seguir su marcha.
Mientras tanto nosotros a lo nuestro. Jamoncito, lomo bueno que suponemos había preparado Vanesa (la mujer de Luis). Y echamos de menos un traguillo de clarete.

Ya que nos había sabido a poco continuamos hasta otra cima cercana, a huella de los geronto-senderistas.

 Atípica cumbre sin bandera arandina.

 Lomo y Jamón cortesía de Vanesa.
Gerontofílicos desaforados al fondo.

Ya en la otra cumbre no nos quedó más remedio que almorzar otro poco, ¿qué podiamos hacer si no?. 
Las charlas entre Víctor y Luis se escapaban a mi entendimiento así que me entretuve haciendo unas fotos.
El día estaba tan despejado que se veían las torres de Madrid. Y la boina de contaminación también.
De regreso, y nadie sabe por qué a Luis se le ocurrió la idea de hacer un tramo (de ascenso) corriendo. Ale preparados, listos, ya!
Y como tres anormales que nos pusimos a correr. Llegamos reventados hasta una de las antenas que invaden la zona. Sólo arriba se nos ocurrió pensar en lo tontos que éramos.



Y tanto hablamos que parecía un programa de la Pasabán de esos de entrevistas.

Por fin alcanzamos el coche, que como todo el mundo sabe, el coche es "casa",  una vez que llegas a él, la única opción que hay es la de volverse a casa.
Ya a la vuelta, hicimos una última parada en el "Lagar de Milagros" a zamparnos unos torreznos y unos huevos con jamón. Se ve que habíamos pasado hambre en esta aventura.

Por la noche la cena del "amigo chino" fue un auténtico éxito. El café le tomamos con sacarina. 
Fin.


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