viernes, 19 de junio de 2015

PEÑÍSCOLA



Este viaje aciago, con la mente y el cuerpo cansados,
meditaba sobre varios destinos veraniegos con infante
y asentía, adormecido, de pronto se escuchó un llanto de un crío,
cómo si alguien muy suavemente llamase a la puerta de la habitación.
Es un veraneante -me dije-, que está llamando a mi puerta;
Sólo eso y nada más.

¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado Julio!
Cada soplido del viento dejaba un mal regusto.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis entrenos, ni consuelo a la perdida abismal
de aquella a quien su hijo y yo mismo, Arancha podían llamar
y aquí ella sola todo hará.



Cada crujido de las puertas de madera y viejas cortinas
me embargaba de solera y mi asqueo era tal
que, para calmar mi alegrar mi tiempo repetí con voz jovial:
"No es sino un veraneante qu ha llegado a mi puerta;
Un tardío veraneante esperando en mi puerta.
Eso es todo, y nada más"

Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
"Señor -dije- o señora, en verdad vuestra animación
imploro,
mas el caso es que, Arián adormilado
cuando vinisteis a cantar quedamente,
tan quedo vinisteis a cantar,
a cantar "la ballenita",
que apenas pude creer que os oía."
Y entonces se abrió de par en par la puerta:
una ballena, y nada más.



Escrutando hondo aquel peluche
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún veraneante
se haya atrevido jamás a soñar.
Más el jolgorio insondable del movimiento del baile,
y la única estrofa ahí proferida
era el balanceo de la animadora: "dame un besito y te hago el meneito"
Lo repetí en un susurro, y el coro infantil
lo devolvió en un grito: "dame un besito y te hago el meneito".
Apenas esto fue, y nada más.

Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose abrasándose dentro de mí,
no tardó en empezar la tormenta, cada vez con más fuerza.
"Ciertamente -me dije-, ciertamente
algo sucede en mi alma. Tengo sed de horchata.
Subimos entonces al castillo y con pajita resolvimos el misterio,
"Es la sed, y nada más".



De un golpe cogimos el bus,
y con suave batir de puertas, apareció el gondolero,
entró majestuoso arandino,
con su novia.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo,
con aires de gran señor o de gran dama
fue a sentarse detrás de mi asiento.
Posado, inmóvil, y nada más.

Entonces, este autobús nos acercó a Benicarló,
cambió mis tristes fantasías en pesadilla,
con grave y severo ahorro
parecía más barato el autobús que el coche,
pero al rehacer cuentas dije: "Nunca más".



Cuanto me asombró Arián en la playa,
jugando, con desparpajo.
Los castillos de arena era el juego pertinente.
Pues no podemos sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un bañista
posado bajo la sombrilla,
Niño o bestia, posado bajo el paraguas gigante
de colores en la arena de playa
con semejante cubo: "Nunca más"

Sobrecogido al ver una vaca gigante,
"sin duda -pensé-, sin duda cuando vea una de verdad,
la perseguirá, a la de la tienda la acosó si dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica del atardecer:
"nunca más".

Y Arián comprendió el veraneo.
Aún sigue mugiendo, aún sigue cantando la ballenita
bajo su sombrilla de playa.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un veraneante que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse.¡Nunca más!



martes, 10 de marzo de 2015

PEÑA LA SILLA Y ALTO DEL PARREJÓN (2.013m.)

El parrejón (2.013m.)

El pajarrón


O como subir con una "madre" a la montaña.

Hoy he subido al Parrejón, y os lo voy a contar un poco.

Esto comienza con una panda de chiquines que se quieren subir a algo alto. Como subirse a un taburete se les queda corto, han decidido subirse a una silla (el alto de la silla). Así que un domingo cualquiera, y en plan Goonies, 6 aventureros deciden quedar para hacer montañismo.

Víctor nos prepara la ruta, tiene más rutas que un bakaladero en Valencia en los años 90. Así que nos prepara 10 km con 580 m D+. Un paseo. Le cuesta convencer a Silvia, pero, le cambia la excursión por hacer los baños cuando vuelvan a casa, una auténtica negociadora.

Mis cuñaos (Jorge y Diana) suben a algo alto por primera vez, y ante el pánico a no ir equipados me solicitan una lista con las cosas a llevar. Yo les incluyo unas "homónimas" que el autocorrector del móvil sabrá lo que son.

El domingo es el día del señor, pero como no vamos a misa lo damos por bueno.
El día es soleado, y el apuesto guía no nos hace madrugar mucho. Por si salía algo dormido, Víctor despierta del todo cuando ve aparecer a la tía de Diana en el coche. ¡La excursionista sorpresa! y a posteriori, la "madre" de los Goonies.

Y esto es así porque nada más llegar, me da crema en la cara y eso es cosa de madres, y esto es lo que le da calidad a la excursión.

Una vez, aparcados en Riaza, y cercanos al puerto de la Quesera comenzamos el ascenso. No hay ascensor. Con las vistas del Pico del Lobo al fondo. Posiblemente un objetivo de futuro para estos cuñados intrépidos que tengo.

Al fondo el Pico del Lobo


Subimos realmente despacio, pero hemos venido a disfrutar. Y aunque despacio, no paramos mucho así que no se hace pesado.
Por fin este año veía la nieve.

Poco a poco llegamos al alto de la silla, pero realmente sólo había piedras para sentarse.
Una foto de rigor, ya que es cumbre homologada y a continuar con la marcha.

Los Goonies y su madre

Por el camino el sherpa Jorge metía ritmo a la marcha, y la pobre Carmen subía como podía, a este paso el "sobrino político" se va a quedar sin propina.
Un último arreón y ya estábamos en la cima del "Perrejón". Desde allí arriba pudimos ver unos corredores por los que subir con crampones. Para otra ocasión.

Y como siempre en la cumbre, foto y almuerzo. Con bombones de chocolate que la "madre" repartía, chocolate blanco, chocolate negro. Y así sucesivamente.

Fuimos 6, volvimos 6


Y con las pilas bien cargadas, comenzamos a descender. El torrezno estaba ganado.



Te recomiendo esta ruta si te gusta subirte a un taburete o tener cuñados intrépidos.

Cuñados intrépidos

Distancia de la Ruta: 9,88 km
Desnivel: 580 mD+
Tiempo: 3 h 40 min.
Senderistas: Jorge (El parlanchín), Diana (no dio guerra) Víctor y Silvia (Los guías), Carmen (la tía-madre) y yo mismo.

sábado, 21 de febrero de 2015

PARÍS

¡Seguro que fue en París!



Día 21 de febrero
Aurelio y Gosia viven en París. Esta puede ser la chispa por la que arde la llama.  Viajar a la ciudad del amor, (o la ciudad de la luz, o la ciudad del café a 7 pavos) debe ser uno de esos viajes que uno recuerda para siempre, y os voy a contar por qué.


Uno coge un billete de avión para 2, ya que a París o vas dos, en plan amor, o vas porque te pica la panocha, así, tipo "me voy al Moulin Rouge". Que es un antro de ligoteo y bailes obscenos de la época de Luis XVI. Vamos donde los abuelos gabachos se ponían calentorros. 


Lo más difícil no es llegar a París en sí, lo más complicado en este tipo de viajes es esquivar los sobre costes que Ryanair intenta sonsacarte constantemente. (Una maleta por aquí, un rasca y gana por allá, botellín de agua a precio de Moulin Rouge...). Pero una vez que libras de estos inconvenientes aterrizas sin problemas en la capital gabacha.

Nada más llegar, y tras un traslado en bus desde el aeropuerto de Beauvais a Port Maillot (París), nos recogen el Merino y su señora, que rápidamente nos llevan a su casa a dejar maletas, un baño checo y ale, a cenar por ahí. Que no se diga que por su culpa desperdiciamos ni un segundo del disfrute babilónico de una ciudad con tanta propuesta de ocio (sobre todo un "samedi soire").

Y para qué improvisar, al mismo lugar donde justo una semana antes Víctor y Silvia habían de cenar, como obispos. La sopa de cebolla, la recomendación de todo aquel que visita a Aurelio. Y esta sopa es lo que da calidad al viaje.

El cansancio no nos permite mucho más en estos primeros instantes, así que visita rápida al "Molino" y "pa" casa a tomar un fresquito.



22 de febrero
Aurelio creo que duerme con un polo de Tommy Hilfiger. Y baja en pijama a la "boulangerie" más próxima a comprar típicos croissants y "pain au chocolat", mandangas típicas francesas. Y como buenos comensales, nos ponemos hasta las patas de bollería. Y así, rodando, salimos Arancha y yo hacia el "metropolitain".



Nuestro primer destino es la torre Eiffel.
Como somos muy avispados, compramos los billetes por internet días antes, ahorrándonos una cola de 25 centímetros (horas y horas de espera). Como muy pitis entramos pronto hasta la primera planta de la torre. Ya aquí, las vistas molan un puñao, y rodeando la torre, desde lo alto, descubrimos varios rincones que más tarde visitaremos. Todo el monumento está lleno de rincones "plastukis*". En alguno de ellos algún amigo mío habrá sacado el anillaco para menesteres matrimoniales.


*plastuki (place to kiss)

Bien, pues si ya aquí las vistas eran espectaculares, subir a la cima de la torre nos iba a dejar con la boca abierta y ojipláticos. Desde arriba la sensación de vértigo alucina vecina, y es que nos encontramos a 323 m. de altura (bueno alguno menos, que no estamos en el pararrayos).

Luego hay que volver a poner los pies en la tierra, y como queremos experimentar con la torre metálica, ¡nos bajamos 300 escalones a pata!. ¡Viva el vino!.


Al fondo una vista de París sobre el río Sena.

Un poco cansados y ya con la hora de comer encima, nos dirigimos a un restaurante. Nos alejamos un poco de la zona de bullicio, para evitar el sablazo del turisteo, pero aún así nos soplan 43€ por un plato de pasta y una pizza, botella de agua y cerveza grande, (aunque yo la quería pequeña). Se quedó sin propina el "maitre"(ni propina ni propino).

Continuamos de paseo. Pateamos por "los inválidos" y llegamos hasta la "place de la concorde". Allí nos recogen nuestros anfitriones para llevarnos a ver Versailles al atardecer.
Antes de entrar al palacio, un reconstituyente café y crepe de turno (todo muy francés).
Llegamos a última hora a los jardines, casi están cerrando. Pero podemos intuir la grandeza de un lugar como este. Nos quedamos con las ganas de ver el espectáculo de las fuentes y de los rincones y jardines que rodean el lugar.
Pero para hacer un poco el tonto siempre hay tiempo hombre.

Versailles y sus fuentes majestuosas.

Ya anochece así que "pa" casa a cenar y a tomar un fresquito.

La cena que se curran los señores de la casa es "chapeau"; tortilla de patata con el más puro estilo de la pepi; y combinación de quesos. El postre será a base de un calentón de "Coulant" de chocolate y helado. (Como ver a Dios).

23 de febrero
El ecuador del viaje. 
Nos despertamos sabiendo que Polonia se hacía con su primer Óscar, gracias a la película Ida (Gosia está muy contenta, lo celebra trabajando mucho). Un día intenso donde el Louvre será el primer destino. Y es que ya se sabe que teta que mano no "Louvre"... Nos hacemos unas cuantas fotos, al más puro estilo japonés en los exteriores más míticos del museo. Esta vez no entramos, quizás en nuestra próxima visita.


Cogemos el metro para llegar a la catedral de "Notre Dame". Una iglesia con grandes vidrieras, situada en una isla en el río Sena. No vimos a Quasimodo, pero nos dimos una vuelta por su interior.
Y ale, ¡expertos en arquitectura gótica oiga!.
Ojo a los bares de esta zona, o tomas 2 cafés o ninguno, pero sólo 1 ... ce n'est pas possible!.



Hora de visitar otra zona de París, una de las más bonitas. "Sacre Coeur" en Montmartre, un barrio encantador, lleno de mercadeo y artistas callejeros. 
Sin duda una de las mejores vistas de París. Aprovechamos para tomarnos un café y un crepe para recargar energías. Energías que nos llevarán hasta casa, "pa" casa a cenar y a tomar un fresquito.

Sacre Coeur (Montmartre)

Gran cena también en Chez Merino-Krol, a base de muslitos de pollo y ensalada con pipas fritas. El postre mereció la pena repetirlo (maldito coulant, ¡qué bueno!).

24 de febrero
Último día en París. Varios planes que rondan mi cabeza son saboteados por el "mardi fou". Se ve que los martes es mal día para el turismo. Se queda en el limbo del turisteo mi visita al museo del cine y el paseo por algún que otro mercado.
Así que no acercamos a ver el arco del triunfo y a pasear por los campos elíseos y sus elitistas tiendas.



Dejamos que llegue la hora de comer, y en una marquesina de autobús encontramos el plan más económico con asiento y cobijo de la lluvia. Sandwiches buenísimos.
Y por fin, nos recogemos. Hacemos una despedida corta, recogemos nuestras maletas y "pa" casa, a dormir y a tomar un fresquito.

Te recomiendo viajar a París si te gusta bajar 300 escalones de la Torre Eiffel o si te pica la panocha.



lunes, 5 de enero de 2015

PEÑA LA CABRA

El mundo sigue...

Arián llegó al mundo y no quería convertir este diario en un monotemático blog de padre en el que sólo apareciera mi hijo. El niño comiendo, el niño en el baño, Arián cagando, etc. Así que me he guardado celosamente durante casi 1 año la libertad de escribir aquí.

5 de Enero de 2015, la ya clásica cena del "amigo chino" se celebra esta noche de reyes. Y la tradición dice que una montaña debe ser ascendida por alguno de los comensales. En este caso, Víctor, Luis y yo mismo.


Las 8:00 a.m. no le parece del todo bien a Luis así que aparece a las 8:20, se ve que le gusta el coche calentito con la calefacción ya encendida desde hace un rato.
Víctor conduce hasta el puerto de "La Puebla". Interesante para ir con la flaca (a opinión de Victor).
El clima es excelente así que vamos ligeros de equipaje.

Comenzamos la excursión hablando de nuestras cosas, una conversación muy variada, y que a juzgar por el abundante parloteo, poca dureza lleva la marcha. Somos unas auténticas marujas.
A la altura del refugio de los cazadores ha desvariado tanto la temática que el debate se centra en "la Pedroche", ¿está sobrevalorada, o no?.


La verdad es que hacía tan bueno, e íbamos tan sobrados de energía que paramos unas cuantas veces a almorzar. Unas barritas energéticas, frutos secos, gominolas. Y  seguimos con nuestras conversaciones profundas. Otro de los temas a tratar fue la incompetencia de algunos técnicos del ayuntamiento, y de como dan proyectos a dedo, a sus amigos y allegados. Un debate que nos mantuvo entretenidos casi hasta la falda de la peña "La cabra".
Interesante afrontar esa última ascensión con un cabreo monumental.


Por aquel entonces Luis ya había perdido su gorro.

Un arreón y ya estábamos en la cumbre, gran momento para un re-almuerzo. Merendola que se vio interrumpida por una grupeta de excursionistas jubiletas, alborotadores y domingueros (muy madrileños ellos). Jaleo, música del móvil a toda pastilla, como quinceañeras, ¡el sonotone a reventar!. Botella de champán al viento y ale a seguir su marcha.
Mientras tanto nosotros a lo nuestro. Jamoncito, lomo bueno que suponemos había preparado Vanesa (la mujer de Luis). Y echamos de menos un traguillo de clarete.

Ya que nos había sabido a poco continuamos hasta otra cima cercana, a huella de los geronto-senderistas.

 Atípica cumbre sin bandera arandina.

 Lomo y Jamón cortesía de Vanesa.
Gerontofílicos desaforados al fondo.

Ya en la otra cumbre no nos quedó más remedio que almorzar otro poco, ¿qué podiamos hacer si no?. 
Las charlas entre Víctor y Luis se escapaban a mi entendimiento así que me entretuve haciendo unas fotos.
El día estaba tan despejado que se veían las torres de Madrid. Y la boina de contaminación también.
De regreso, y nadie sabe por qué a Luis se le ocurrió la idea de hacer un tramo (de ascenso) corriendo. Ale preparados, listos, ya!
Y como tres anormales que nos pusimos a correr. Llegamos reventados hasta una de las antenas que invaden la zona. Sólo arriba se nos ocurrió pensar en lo tontos que éramos.



Y tanto hablamos que parecía un programa de la Pasabán de esos de entrevistas.

Por fin alcanzamos el coche, que como todo el mundo sabe, el coche es "casa",  una vez que llegas a él, la única opción que hay es la de volverse a casa.
Ya a la vuelta, hicimos una última parada en el "Lagar de Milagros" a zamparnos unos torreznos y unos huevos con jamón. Se ve que habíamos pasado hambre en esta aventura.

Por la noche la cena del "amigo chino" fue un auténtico éxito. El café le tomamos con sacarina. 
Fin.